martes, 5 de junio de 2012

Holambra, un pedazo Dutch en pleno São Paulo

Tras la Segunda Guerra Mundial Holanda se encontraba desesperada. Su industria estaba destrozada, la población traumatizada y la esperanza de un futuro mejor no parecía realista a corto plazo así que decidieron mandar levas de emigrantes a otros países donde pudiesen prosperar, traer divisas y de paso reducir la población más necesitada. Los principales destinos fueron Australia, Estados Unidos, Francia y Brasil. En concreto mandaron a Brasil colonos católicos para que junto a algunos ejemplares de la ganadería neerlandesa pudiesen criar y exportar productos lácteos a toda Sudamérica.
la chavalada en la plaza del pueblo

La idea pintaba bien. Brasil lo aprobó y en 1948 llegó la primera oleada de católicos procedentes de Brabante del Norte con sus orgullosos vacunos para vivir en una antigua fazenda. Con lo que no contaron los pobres es con que las vaquitas no estaban acostumbradas al clima ni a las enfermedades  tropicales así que fueron diezmadas y el fantasma del hambre y la miseria volvió a asomarse a la puerta.
Lo resolvieron en una segunda leva de holandeses en 1951 que trajeron un nuevo Business Plan: producir flores ornamentales…y les salió divinamente la jugada. Tan, tan bien que hoy en día Holambra es el mayor productor de estas flores y plantas de toda América Latina. El progreso es tan grande que ostentan el título de Ciudad más Segura de Brasil (según la Wikipedia, por lo menos).
 
De lo que no hay duda es de que es un bonito pueblo, ordenado, limpio, con gente alta y rubia que te dice “Oi, tudo bem?” y con una oferta turística importante. Su punto fuerte, aparte de las flores, es la gastronomía pues hay varios alambiques y restaurantes familiares donde se puede disfrutar de una excelente cervezaca casera y acompañarla de buena comida indonesa y neerlandesa. ¡¡Cuando Miquel venga por fin por esta tierra este será uno de nuestros destinos fijos!!

Caipibaras o carpinchos, los mayores roedores del mundo pastando tranquilamente en Holambra

Hay chalés estupendos con motivos holandeses a punta pala
Es curioso cómo han adaptado su cocina, que ya de por sí era mestiza debido a la influencia de las colonias ultramarinas, con los ingredientes brasileños. Por daros un ejemplo, en el restaurante Warong tienen una pequeña granja de jacarés (cocodrilos tropicales) donde puedes probar un solomillo de reptil con cuscús y salsa rosa. ¡Venga, el que me diga que ya ha probado esto le regalo un gallifante! Es la primera vez que como cocodrilo. Otras veces me lo habían ofrecido pero no confiaba en el origen legítimo del pobre bicho así que hasta ahora había dicho que no. Bien como experiencia aunque no lo pediré más.

Susana, chulaza ella, le vacila a una banda de Harleys

Lo más llamativo del pueblo es su molino. Construido basado en los planos de un molino holandés original, usaron maderas brasileñas de ley, en un homenaje a la tierra que les acogió hace no tanto tiempo. De hecho HOLAMBRA es la conjunción de las palabras HOLanda – AMérica – BRAsil. ¡Todo un canto a la integración!

El molino es la caña. La asociación de jubilados holandeses tiene un grupo de voluntarios que “pilotan” en molino algunos domingos. Tuve suerte en una de mis visitas porque el piloto me dejó el timón un rato (es igual que un barco antiguo) para que disfrutase como un chiquillo al sentirme un aguerrido agricultor de la resistencia holandesa. En un momento de éxtasis grité “¡¡Muerte a los Tercios!!” (Fernando Rétor y Pérez-Reverte sabrán perdonarmeJ)
 
Con mi compi Kiara conjuntado belleza humana y arquitectónica. Detalle de la bandera Dutch al fondo!

Volviendo a la Tierra, a los que os molen las flores os recomiendo que visitéis la web de la mayor feria del sector de Sudamérica, Expoflora, que se celebra en Holambra en septiembre y que supone miles de visitantes cada año.